Los beguinarios son lugares dentro de las ciudades donde se abre una puerta al pasado y parece que el tiempo se ha congelado. Hoy te hablamos de los dos más famosos de Europa: los beguinarios de Ámsterdam y Brujas.
Pero primero, expliquemos qué es un beguinario. Eran comunidades autónomas, ubicadas normalmente cerca de hospitales o iglesias, donde se establecía un grupo de mujeres cristianas (llamadas beguinas) con el objetivo de ayudar a los más necesitados. Estas mujeres vivían como monjas pero eran más independientes y tenían más libertad. Por ejemplo: no hacían voto alguno de clausura o de castidad, por lo que no era raro que abandonasen el beguinario para contraer matrimonio.
La primera comunidad de este tipo que se conoce en Europa estaba ubicada en Bélgica y ha llegado hasta nosotros gracias a su mención en una carta de 1065. Es desde este país, y a partir del siglo XII cuando estas asociaciones empiezan a extenderse por el resto del continente hasta otros lugares como Francia, Alemania, Polonia o los Países Bajos.
El beguinario de Ámsterdam
En el centro de la ciudad, tras una puerta situada en la ajetreada plaza Spui, se encuentra el remanso de paz que es el beguinario de Ámsterdam.
Para encontrarlo tendrás que fijarte dentro de la plaza en una fila de casas blancas con una casa marrón en medio. Ahí está la entrada al beguinario. Está abierto para visitas todos los días de la semana de 9 a 17h.
No está muy claro el origen de este Beguinario, pero se cree que fue establecido alrededor del siglo XIV. Fue la única institución católica que pudo sobrevivir durante la persecución católica que tuvo lugar en los Países Bajos en el siglo XVI, ya que las casas eran propiedad privada de las beguinas. Lo que sí les fue confiscado por los protestantes fue la capilla, pero construyeron una iglesia escondida tras las fachadas de algunas de las residencias del beguinario. A día de hoy todavía puedes verla durante tu visita.
El beguinario continuó en uso hasta 1971, fecha en la que falleció la última beguina: Zuster Antonia. Desde entonces, han seguido en uso como residencias para los habitantes de la ciudad.
La beguina más célebre que residió en esta comunidad fue Cornelia Arens, quien debe su fama a la leyenda que rodea su muerte. Y es que, según se dice, durante su vida Cornelia dejó claro su deseo de ser enterrada en la alcantarilla, no en una iglesia o capilla. En contra de este deseo, fue enterrada en la iglesia tras su muerte, pero al día siguiente su ataúd apareció junto a la alcantarilla. Esto ocurrió un par de veces más, hasta que decidieron obedecer sus deseos y dejaron su lugar de reposo final en la alcantarilla.
El beguinario de Brujas
El beguinario de Brujas, también llamado Beguinario Ten Wijngaerde, fue fundado en el año 1245 donde, al igual que en el de Ámsterdam, residieron mujeres emancipadas que dedicaban su vida a la oración y a ayudar a aquellos que lo necesitaban. A día de hoy, ya no existe esta comunidad de beguinas, pero el beguinario está habitado por las monjas benedictinas.
Está ubicado en el Minnewater, que solía ser parte de la conexión de agua entre Brujas y Gante y ahora es un hermoso lago, donde los cisnes blancos nadan majestuosamente. Desde allí, se ingresa al beguinario por un pequeño puente y a través de una puerta con arco que data de 1776.
En su interior hay una iglesia desde 1245, aunque la primera se quemó en 1584, y su sustituta gótica, construida en 1605, recibió un lavado de cara barroco alrededor del año 1700. Está dedicada a Santa Isabel de Hungría, que es la patrona de bastantes beguinarios. Esta es todavía una iglesia activa con servicios diarios dirigidos por las Hermanas Benedictinas.
La casa número 1 es un museo donde se puede ver cómo vivían los miembros de esta comunidad. La cocina, la sala de estar, el comedor y el dormitorio están decorados al estilo del siglo XVII.
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