Seguro que si te hablamos de nieve en los Países Bajos, la primera imagen que se te viene a la cabeza es la de un duro invierno atravesado de vientos gélidos, canales congelados y duras tempestades. En Ámsterdam, sin embargo, la nieve cae también al calor de la primavera.
El fenómeno del que os hablamos ocurre entre el 21 de abril y el 21 de mayo: es entonces cuando los 75.000 olmos que recorren la capital neerlandesa derraman sus semillas cubriendo sus calles y sus canales con un precioso manto blanquecino.
¡Ah!, ya sabemos lo que estáis pensando: 75.000 olmos… ¡son muchos olmos! Y tenéis razón. Veamos: Madrid tiene madroños; Valencia, naranjos; Elche, preciosos palmerales; y Ámsterdam… Ámsterdam tiene olmos para aburrir. Lo cierto es que el olmo ha definido el paisaje urbano de la ciudad durante siglos. Y todavía a día de hoy sigue siendo, aquí, la especie predominante: con más de 5.200 ejemplares de más de 32 variedades distintas solamente en su centro histórico, podemos considerar a Ámsterdam como la capital mundial del olmo.
Sin embargo, no sólo de omos vive la ciudad. Y la nuestra en particular rebosa arboledas y zonas verdes. Alrededor de un 20,6% de la superficie de la ciudad se encuentra arbolada. Y si bien ya sabéis cuál es el árbol favorito de los amsterdameses, también multitud de arces, sauces y acacias decoran nuestras calles.
Pero volvamos a nuestro tema. Nosotros queríamos hablaros hoy de la lluvia de pétalos que cada primavera inunda nuestras calles. Ya sabéis que esta lluvia está hecha de semillas de olmo. Se la conoce popularmente como nieve primaveral y constituye el fenómeno con el que, aquí, damos oficialmente la bienvenida a la primavera. Y aunque la experimentamos en prácticamente todos los rincones de la ciudad, donde más se disfruta es a lo largo de la llamada “ruta del olmo”. El nombre, es verdad, no deja mucho a la imaginación, pero tampoco engaña a nadie: desde el Eye Film Theater, en el barrio del norte, hasta el Jardín Botánico, en la zona del este, los 8 km que la integran os llevarán a lo largo de preciosas olmedas, callejuelas y canales adornadas con este precioso confeti vegetal.
Además, y aunque este sea un placer eminentemente visual, los amsterdameses no han perdido la oportunidad de explorar otras maneras de relacionarse con su árbol favorito. Durante la nieve de primavera en Ámsterdam, algunos tradicionales fabricantes de dulces de la ciudad preparan golosinas y caramelos a partir de las semillas de este árbol. Y si todavía os estabais preguntando a qué huele Ámsterdam… ¡no es lo que estáis pensando! Es el olmo el que define nuestro aroma y, si no lo creéis, tomad una muestra de Eau de Amsterdam (eaudamsterdam.com). Porque sí, aquí el olmo tiene su propio perfume: la esencia de la ciudad capturada en un solo frasco.
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Enrique.
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