Recibiendo alrededor de ocho millones de turistas cada año, Brujas (Brugge en flamenco) se ha convertido en la ciudad más visitada de Bélgica, por encima incluso de Bruselas. No es de extrañar tanta visita a Brujas, ya que es que parece sacada de un cuento de hadas y es, en nuestra opinión, uno de los lugares más bonitos del mundo. Bueno, en realidad no solo lo pensamos nosotros… por algo fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000.
Pero la belleza de Brujas no reside solo en su arquitectura y sus canales, sino también en la riqueza de su historia: una historia de superación y adversidad. Y es que, debido a su enclave estratégico, Brujas fue, hasta el siglo XV, uno de los puertos comerciales más importantes del continente europeo y, por tanto, también una de las ciudades más ricas. Lamentablemente, a finales de este mismo siglo el canal Zwin, que había sido responsable del éxito comercial de la ciudad, comenzó a cegarse debido a la falta de cuidados por parte de los gobernantes y acabó volviéndose prácticamente intransitable.
De esta manera, al haber perdido su mayor fuente de ingresos, la ciudad comenzó su declive y para mediados del siglo XIX se había convertido en la más pobre del país. Afortunadamente, en el siglo XX consiguió recuperar su riqueza gracias a convertirse en un destino de preferencia para los turistas internacionales. Así, la conocida como “Venecia del Norte” consiguió superar las adversidades y volver a su esplendor pasado.
¿Te hemos convencido para que vayas a conocer esta ciudad de ensueño? Entonces deja que te demos algunos consejos sobre las cosas que no puedes dejar de hacer en tu visita.
Disfrutar de las vistas en Minnewater
Este parque es, sin duda, uno de los lugares más “instagrameables” de Brujas. En él se encuentra el Puente de los Amantes. Según dice la leyenda, si atraviesas el puente de la mano con tu amado y lo besas, ese amor se hará eterno.
Viajar al pasado en el Beguinario
Algo que no puede faltar en tu visita a Brujas es el Beguinario o Begijnhof fue fundado en 1245 por Margarita de Constantinopla, en aquel momento Condesa de Flandes. En él vivían las beguinas, mujeres emancipadas de aquellos años que estudiaban, rezaban y trabajaban sin necesidad de pertenecer a ninguna orden religiosa.
A pesar de los años, todavía se puede sentir la energía y misticismo de este enclave, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.
Subir la torre Belfort
Desde fuera ya es bonita, pero te aseguramos que merece la pena subir los 366 escalones que se encuentran en su interior solo por poder ver las maravillosas vistas que ofrece de la Plaza del Mercado o Grote Markt.
Perderte entre sus chocolaterías
Brujas tiene alrededor de cincuenta y cinco chocolaterías. ¡Se dice pronto! Es más, el chocolate belga tiene tanta fama que esta ciudad cuenta incluso con un Museo del Chocolate. Si vas de visita a Brujas un paseo por todas estas tiendas es fundamental, además de perfecto para los amantes del dulce, además de para llevar de recuerdo a amigos y familiares. ¡Seguro que te lo agradecerán!
Disfrutar de Miguel Ángel en la Iglesia de Nuestra Señora
Cuando cruzas el puente que lleva a esta iglesia sientes como si estuvieras viajando al pasado. Construida en el siglo XIII, mezcla el estilo gótico de su fachada exterior con el barroco ornamentado que encuentras en su interior. Su torre es la estructura más alta de la ciudad y dentro de la iglesia se encuentran las tumbas de Carlos el Temerario y María de Borgoña junto con una de las obras más famosas de Miguel Ángel: La Virgen con el Niño.
Hasta aquí nuestros consejos para tu visita a Brujas, ¡esperamos que te hayan resultado útiles! Para saber más siempre puedes visitar nuestra página web, donde ofrecemos visitas guiadas a la ciudad con salida desde Ámsterdam.
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